¿Qué es la imagen corporal?

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La imagen corporal es una actitud hacia el tamaño, la forma y la apariencia del propio cuerpo que incide de forma significativa en el hecho de cómo nos vemos, interpretamos y valoramos a nosotros mismos como personas. 

Esta representación mental de cómo uno se ve a sí mismo puede ser consciente o inconsciente, realista o irreal, implica la interacción de actitudes, emociones, recuerdos, fantasías y experiencias y se construye a partir de auto-observaciones o de las reacciones de los otros. 

Así, la percepción de la imagen corporal está relacionada con mensajes contextuales recibidos de la familia, los compañeros, los medios de comunicación y otras influencias sociales, culturales y religiosas teniendo dos componentes importantes: un físico y otro psicosocial. 

Los cambios culturales en nuestra sociedad han influido en factores como la autopercepción y la autoaceptación de esta imagen corporal. En la actualidad las personas, desde su infancia, están sometidas a continua presión por parte de los medios de comunicación, la publicidad o el mundo de la moda, que asocian el éxito personal a determinados aspectos meramente físicos, y reflejan tópicos que ligan la imagen corporal al género. 

En este contexto, y teniendo en cuenta que la percepción de uno mismo como persona implica la imagen corporal, se ha podido constatar que tener una imagen corporal negativa es uno de los factores precursores más significativos para tener una autopercepción nociva, estados emocionales negativos y comportamientos no saludables relacionados con el cuerpo. 

Imagen corporal y salud

En consecuencia, la salud de la persona puede verse comprometida por este motivo en cualquier momento de su etapa vital. Así, la persona puede manifestar diferentes cambios, en especial de la conducta, que pueden comenzar en la pre-adolescencia y la adolescencia ya que estos son períodos donde la apariencia física es muy cambiante y los mensajes culturales y sociales predisponen a un aumento de la insatisfacción corporal. 

Durante estas etapas el autoconcepto y la imagen corporal pueden verse afectados y es frecuente que aparezca preocupación por la apariencia física, el peso, el acné, cambios en el cuerpo, entre otros, que pueden conducir a trastornos de la alimentación, baja autoestima, trastorno de la imagen corporal, aislamiento social…

Otros colectivos en riesgo de rechazo social y aislamiento, pueden ser los ancianos, las personas con discapacidad y las mujeres en el periodo de la peri-menopausia, y las personas ostomizadas (en las que se añade la pérdida de la función de la continencia además del cambio en el aspecto físico).

A las enfermeras se nos presenta la oportunidad de intervenir con una mirada, propia de nuestra disciplina, en una realidad que está muy presente en el momento actual.

El cuidado que la persona tiene de su cuerpo se relaciona con la cultura y los valores y necesidades relacionadas con la gestión de su imagen y pueden aparecer en cualquier momento vital. 

La atención enfermera y la imagen corporal

La atención enfermera se puede realizar desde el interior al exterior de la persona, ayudando a gestionar sus emociones y congruencia de sus percepciones, y así mejorar la aceptación del cuerpo; y otras veces, se puede hacer desde el exterior de la persona, interviniendo en el propio cuerpo hacia el interior, mejorando la aceptación, el autoconcepto y la autoimagen. Por lo tanto, las enfermeras se posicionan en este proceso de gestión de la imagen, aportando esta nueva perspectiva. A partir de la valoración completa de la persona y de su entorno, se pueden detectar carencias en el autocuidado de su imagen y como ésta, puede estar influenciada o puede influir en aspectos como las relaciones sociales, la alimentación, el ejercicio, la higiene y el aspecto externo personal; en definitiva, en los estilos de vida saludables. Como profesionales de la salud, las enfermeras tienen un papel clave en el diagnóstico, seguimiento y resolución de problemas, como, por ejemplo: baja autoestima, trastornos de la imagen corporal, duelo, aislamiento social, enfrentamientos inefectivos entre otros, relacionados con la imagen y su abordaje físico, emocional y social. 

En consecuencia, la enfermera gestora de la imagen corporal sobrepasa la intervención física para dar unos cuidados centrados en las personas, adaptados a sus rasgos culturales, valores y etapa vital e individualizados a sus características y necesidades, tanto si éstas son de orden biológico, psicológico, social o espiritual. Además, la enfermera aporta otra perspectiva a los aspectos relacionados con la estética, desde los valores y principios de la disciplina enfermera y con un firme código deontológico, se configura como profesional adecuado para velar por una atención basada en las necesidades de las personas y no en otros intereses ajenos. 

La enfermera que da apoyo a la persona en la gestión de su imagen tiene en cuenta todos los factores, tanto internos como externos, que influyen en la autopercepción, la autoaceptación y la autoimagen personal. Sus intervenciones van más allá de la actuación meramente física, la enfermera acompaña a la persona interviniendo para ayudarla a aceptar su imagen y/o para mejorarla.

Extraído del Documento del Perfil de la enfermera gestora de la imagen corporal elaboración del 2013-2017, y presentado en el COIB, en noviembre 2017